miércoles, 29 de julio de 2020

Colombiamoda 2020: ¿Un nuevo formato es una predicción sobre el futuro?

Vuelvo entre especiales, porque las letras tienen esa maravillosa cualidad de la atemporalidad, para reflexionar sobre los cambios del mundo que creíamos venidero. Y digo creíamos porque, más de una vez, mencioné que ciertas nociones de la realidad que viene hacia nosotros se desvanecen en el esfuerzo de los mercados por mantener esquemas insostenibles, que no pueden desmontarse porque son los que representan ventas reales. Porque sí, la reinvención solo funciona cuando nos permite vender. 

Cuando hablé de la pertinencia de Colombiamoda, en lo primero que pensé fue en el objetivo general de la feria y si este justificaba la inversión en procesos de innovación que se requerían para lograrla. Porque, contemplen el escenario: plataformas que deben soportar un tráfico elevado de usuarios en formato streaming, producciones que implican una movilización importante de personas, patrocinio de eventos y colecciones, entre muchas otras cosas que mueven la economía alrededor de estos eventos. El aporte no era chiquito. Y, si bien, las limitaciones de movimiento han hecho que muchos costos parezcan controlarse, no deja de ser una apuesta que requiere de un trabajo considerable. 

En esa perspectiva, lo más lógico debe ser que el retorno que esperan de esta permita, por lo menos, el cubrimiento del costo y, por ahí derecho, que las marcas que decidieron invertir logren un retorno ideal de esta osadía. Lo pongo también en estos términos porque sabemos que estos espacios no son baratos, ni siquiera digitalmente. Esta vitrina, tan anhelada por muchas compañías, representa un valor que no todos están dispuestos a pagar, se requiere de un músculo financiero bien fortalecido para que, en su medida ideal, dé las ganancias que esperamos conseguir. Por esto, ¿qué pasará cuando cambiemos de formato y lo digital reine como parte de ese costumer's journey implícito?

A la moda le hemos achacado tantas veces la capacidad de narrar la historia, desde una perspectiva casi sociológica, que nos cuesta entender que se estanque en modelos anacrónicos. Las tendencias buscan explicar el mundo con productos creativos que se crean pensando en los rasgos más importantes de las realidades mundiales; y hasta ahí la industria abarca su propósito, así que ahora hay que consultar: cuando todo este proceso creativo que hay detrás del producto, que se supone parte de la innovación, no evoluciona al mismo ritmo que el consumidor, ¿qué pasa? 
 
Por esto, cuando nos dijeron que toda la moda debía volverse digital, se abrió una puerta a discusiones importantes como las que le mostré en Desaceleración, moda y capitalismo: la moda lenta, el diseño consciente, el fin de las rebajas, la disminución de la producción y un pricing mucho más acertado, que beneficie directamente a pequeños creadores de "lujo". Todo esto, bueno, en el papel parecía ideal. Y no quiero que se lea mal, en serio es necesario que algo así suceda, pero la realidad es distinta y no son los pequeños creadores los que hacen parte del control del imperio. De hecho, las marcas grandes han sido las primeras en seguir con el flujo de colecciones (como si a alguien en serio le importara comprar una prenda para resort cuando el turismo sigue cerrado a lo largo del mundo) sin detenerse en un solo minuto. No solo queremos ignorar el hecho de las faltas éticas a las que acude la moda para sostenerse, sino que expresamente dejamos en claro que detenernos no es, ni será, una opción. 

Foto: Street style de Colombiamoda 2019.

Entonces, si ya sabemos que la moda no va a desestimar la pasarela y el show presencial (porque, al final de todo, es una muestra importante de estatus entre invitados y compañías), ¿cuál va a ser la participación real del lenguaje audiovisual en el futuro de la industria? Si lo hablamos a nivel Colombia, la respuesta a esto es bastante sencilla. 

Los diseñadores nacionales, de un tiempo para acá, vienen confiando (y sobrevalorando, un poquito) el poder de la estética que se comparte por medios sociales. Si bien la imagen de marca es un ítem clave en una estrategia de mercadeo saludable, pareciera que muchas compañías de moda lo utilizaran como un único recurso para transmitir toda su experiencia. Eso ha hecho que en los últimos cinco años, la fotografía de moda y el estilismo se formalizaran como cargos necesarios para la industria. Muchos talentos (y algunos que, bueno, no tanto) se abrieron paso estableciendo nuevos códigos de estilo para el material audiovisual, que mantiene vivo el ideal aspiracional de la industria. Pero, si me preguntan a mí, un grueso muy importante de este trabajo se restringió a los feeds de Instagram, y ya. Ahora, lo que sí sabemos es que las posibilidades del audiovisual son mucho más amplias y que son un must para todas las experiencias que vengan después de esto. 

 Y en eso sí le doy un punto a nuestra industria, porque considero que hay de donde agarrar si queremos pegar ese viraje. Tal vez la moda internacional no sobreviva sin el show mediático que implican sus presentaciones, pero en Colombia ahora es más sencillo no depender de medios (que no existen) ni de canales masivos, pues estos mismos ahora le apuntan a la concreción del estilo de vida mediante experiencias integrales para sus nichos de mercado. 

Lo que sí es claro es que el futuro de la moda no es digital. Casi todos los críticos internacionales, que siguen escribiendo de los shows que estamos viendo, hablan de lo difícil que resulta juzgar una colección sin poder detallarla de forma presencial. Y sí, algo de eso es cierto, aunque el universo virtual también cuenta con herramientas que pueden potenciar la sensación de ver al detalle. Más allá de eso, la lección que Loewe nos dejó con sus cajitas llenas de detalles sobre cada uno de los estlismos que la pasarela debía mostrar, le apunta a que los nuevos lenguajes de moda son importantes, y deben ser considerados como un soporte básico de nuevas presentaciones. Indiscutible. 

Hoy más que nunca reafirmo que este especial no pretendía dar ninguna verdad que pudiera tallarse en roca, porque no hay cómo lograr ese conocimiento en una sola edición de esta feria. Pero sí me gusta esa idea de dejar las puertas abiertas al modo en el que ustedes consideren que esto debe fluir, más en un momento donde las voces independientes reafirman que el verdadero crítico es el público general. Cuéntenme, ¿adónde irá a parar la moda digital?

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