martes, 9 de mayo de 2017

BOGOTÁ FASHION WEEK 3.0

Se terminó una semana de la moda más, otra jornada interminable, filas, acreditaciones, hambre, afán, buenos amigos, mucho trabajo y sillas incómodas (no me malinterpreten, creo que comencé a disfrutar mucho más las pasarelas al dejar de pensar en cuál sería mi silla) para tener una buena dosis de diseño colombiano. Y esta semana sería aún más bonita, lidiando con un trabajo que me saca sonrisas, suéteres bonitos y accesorios diferentes, y una percepción siempre fresca de la industria.


Ustedes saben que su servidor es bueno con los análisis posteriores, cuando ya le baja la emoción de lidiar con una semana de la moda. Esta vez es la primera en la que lidio con un trabajo de tiempo completo, y creo que hasta hoy logré recuperar las energías suficientes para ser objetivo con la Bogotá Fashion Week de este año.

Look día 1: inspirado en la vida y la muerte, naturaleza y calaveras, y conjunto monocromático para compensar.

Creo que lo primero que mencioné, desde antes de confirmar mi asistencia al evento, era cómo la Cámara de Comercio de Bogotá lidiaría con una feria de moda. Es innegable que casi todas las experiencias de este tipo deben ser comparadas con el referente de moda nacional: Inexmoda, y en la mayoría de las ocasiones, resulta evidente la falta de experiencia y la ausencia de un modelo claro de gestión para semanas de la moda. Del modo que sea, y con una vara tan alta como la de Inexmoda, puedo considerar que la Cámara de Comercio supo hacerla en la logística, hasta que hubo que asignar las sillas...

Ustedes saben que el tema del elitismo y la estratificación de este tipo de eventos lo convierte en un espacio de batalla cuando se trata de los mejores puestos. Para esta ocasión, la batalla se lidió frente a la tradición y la innovación. La Cámara de Comercio, como nuevos organizadores del evento, decidieron enfocar muy corporativamente sus asientos de primera fila, recordándonos una vez más por qué vemos siempre a los mismos allí al frente: impacto. Al comienzo, me alegré de ver caras nuevas en este espacio, suponiendo de entrada que los compradores tendrían una participación clave en la feria, descubriendo poco a poco que los asientos de primera fila serían disputados sin un orden preciso, y ubicando personas que de seguro tendrían mil cosas que hacer en ese momento, porque la atención sobre la propuesta era nula, al punto de ver niños en primera fila...

Para este tema, dejaré los puntos suspensivos como espacio de reflexión: ¿a quién necesitan los diseñadores en la primera fila de sus desfiles?

Look del día 3: fiebre tornasol. 
Aún hoy, cuatro años después de la primera feria de moda que cubrimos con este blog, me queda e la mente la idea de hablar en términos de lo bueno, lo malo y lo feo, aún sintiendo cómo cada vez tengo menos cosas feas que decir de los eventos. También, hay que hablar del elefante en la habitación, este año sentí un fantasma respirándole en la nuca a la industria, y tal vez sea una simple paranoia más, pero una parrilla tan sencilla como la de esta versión de #DeModaBog (no logré hallarle sentido al HT oficial), me deja un aire a tiempos de recesión en la industria colombiana.

El 2016 se vio marcado por la pausa de muchos de los talentos particulares en las tablas de pasarelas de todas las ferias. Quisiera creer que el enfoque de la Cámara de Comercio, apostando en todo momento por el nuevo talento, nutra estas propuestas, nos traiga nuevas marcas al radar, y nos aleje de una posible recesión creativa, más que económica (tal vez hablemos de la categoría desierta de Vestuario en los premios Lápiz de Acero). Tan así que no fue nada sencillo hallar información de cada una de las colecciones, y habrá un esfuerzo creativo enorme, de organizadores y diseñadores, del que no quede registro alguno.

Volviendo a lo que nos toca, este año estoy decidido a expandirme mucho más en contenidos. Muy probablemente (me tienen que halar las ojeras donde cumpla con esta probabilidad) me decida a no explorar mucho los demás aspectos de la feria. No quiero dejar de lado el enfoque comercial de la feria, ofreciendo espacios muy precisos (no aptos para los ojos de los visitantes) en los cuales se permitió la relación directa entre comprador y diseñador. Esto se convierte en un espacio determinante para todo ese paquete de nuevas marcas que llegaron a la feria buscando eso, un espacio destacado en el mercado.

Sin hablamos de propuestas, haciéndolo luego con mayor profundidad, hablemos de cómo Lina Cantillo se fue por una propuesta sartorial, con prendas femeninas y guiños al sporty con rojo de pies a cabeza, Custo presentó un reencauche de pasarela del que no hablaremos más que con un meme, Ana Laverde trajo bolsos estructurales, Mulierr le dio más fuerza a sus tejidos, Juan Pablo Socarrás nos contó (otra) una historia bellísima desde la confección precisa y varias facetas de un amor que sí fue, Faride Ramos volvió con su construcción mágica a contar las historias de los juegos prohibidos de la infancia, Isabel Henao nos daría una dosis de minimalismo de telas bellísimas y arquitectura ultra femenina traída desde el Tíbet, Bettina nos habló de la sabana bogotana y su fauna aguamarina; cerrando con Adriana Santacruz y su festival andino de tejidos tradicionales y colores brillantes, antes Divina Castidad se fajaría con meseros sirviendo bolsos tropicales y apliques juguetones, y Amelia pondría broche con una pasarela muy suya, la feminidad del siglo XIX interpretada en la silueta moderna de la mujer bogotana.

Look 2: Inspirado por Lina Cantllo, nos decantamos por puro rojo: brazaletes, suéter y medias.
Un enfoque constante a la ultra feminidad, contrastada con el oscurantismo y la transgresión marcan la pauta de las tendencias creativas de las nuevas marcas colombianas. Pero esto es una nueva historia, en la que contaremos esos talentos "no tan" nuevos y sus espacios como expositores de la moda colombiana. En este punto, también seré cansón en mencionar a las marcas ausentes, que aseguraron participación, retirándose en silencio y a último momento, ¿seguimos hablando de la crisis en la industria?

El Bogotá Fashion Week demostró que la ciudad está lista a ser plataforma de moda nacional, que todo puede mejorar, que hay enfoques nuevos que vale la pena mantener, y enfoques tradicionales que vale la pena retomar. Esperemos que el contraste tan fuerte de este evento con el B Capital, que cerrará este 2017, nutra a la industria en propuestas, y no convierta esto en una línea narrativa disruptiva de lo que la moda bogotana significa.

Entre líneas van los looks de los dos primeros días, con su respectiva inspiración, iniciando así este especial: moda, estrategias de comunicación, alertas de tendencia, y mucho más. No se lo pierdan, por el mismo canal, y cuando el trabajo lo permita, ¡acá nos veremos de nuevo, amiguitos!

lunes, 6 de febrero de 2017

CRÓNICAS DEL DESEMPLEO. PARTE I

¿Han tenido alguna vez la oportunidad de sentarse a escribir un lunes soleado, aún bajo las cobijas? ¿Han sentido el poder de hacer lo que les gusta, sin ninguna pretención, en su propio tiempo? 

Bueno, creo que me precipité un poco. Con la emoción de vivir una nueva etapa de la vida, siento que inicié por donde no era. Primero que todo, los correspondientes saludos a la bandera, y foto cursi de Instagram celebrando el inicio del año. Y, ahora sí, hablemos de lo que se nos vino pierna arriba. 

Como creo que todos saben, enero no es el gran mes de la moda. Bueno, sí, hay semanas de la moda, Alta Costura y toda la cosa, pero la realidad de este país es otra: deudas de siempre, los útiles escolares y todos los remordimientos de las fiestas (plata, que es el que en últimas nos interesa), y por lo mismo, tampoco es que hubiera mucho por contar. Todo esto, sumado a un tema tabú, de ese que miramos en enero y nos arrepentimos en diciembre: los propósitos del año. 

No será otro de esos posts clichés donde hablamos una y otra vez de lo poco constantes que somos cuando se trata de cumplir metas, pero sí me parece un punto primordial de partida para nuestro HT de la temporada: #Crónicasdeldesempleo. Y ahora entenderán por qué eran importantes las primeras preguntas de esta crónica. 

Mi desempleo, el que me ha motivado a volver a escribir sobre muchas cosas que pensaba en el olvido, fue una de esas decisiones que nacieron motivadas de una esperanza, una mezcla entre la ilusión infantil y el empoderamiento millennial, que nos pone contra la pared, con una espada retadora que exige respondas a la pregunta; ¿qué diablos estás haciendo con tu vida? 

Más que tiempo libre, más que una cotidianidad sin horarios, pienso que la creatividad que surge de este tipo de choques frente a la realidad, resulta casi imposible de alcanzar en otro momento de la vida. Y qué mejor momento de (re)buscar una nueva meta que la misma necesidad. Retomando mis raíces ñoñas, las crónicas del desempleo buscan una sola cosa: comprender la vida fuera del contexto tradicional de las organizaciones. ¿Qué implica esto? Más que nuevos modelos de negocio y un sonsonete similar al de las redes de mercadeo, se convierte en un análisis preciso (y bastante subjetivo, ¿qué esperaban?, lo están leyendo de un blog) sobre la creación de diferentes entornos para las organizaciones tradicionales, que permitan la reinterpretación del talento humano, el aprovechamiento de los recursos, y la necesidad del mercado experiencial desde el empleo. 

¡Me siento como comunicador organizacional de nuevo! ¡Y no saben lo emocionante que me resulta! 

Volviendo a nuestro tema, la situación parte de una pregunta que la organización y el sujeto deben hacerse: ¿qué quiero hacer con mi vida? Difícil por naturaleza, la duda milenaria, el motivo de tantas exploraciones filosóficas, culturales y metafísicas del ser. Pero en su simpleza está la respuesta (ataques a mi frivolidad en tres, dos, uno...). Bueno, no sueñen con que yo les voy a responder semejante embrollo, pero sí les diré qué factores hay que tener en cuenta para responderla: 

Si usted es una organización: 

No les diré qué debe hacer una organización mientras esté viva, ni la carreta que eso significa (además de que ese trabajo vale, guiño guiño), porque realmente no hace parte de la experiencia actual que me lleva a escribir las Crónicas del desempleo. Pero sí diré qué debe esperar la organización de un empleado, y por qué hay que obligarlos (no tan así, pero sí) a preguntarse eso. Responder qué quiere hacer con su vida, le dará una noción más clara de un aspecto que la organización tradicional no se pregunta: ¿cómo trabaja mejor el empleado? 

Creo que en mi experiencia como lider de equipo (el trabajo que dejé, y ya aparece en mi curriculum, ejem ejem), descubrí lo fácil que puede ser interpretar el modo de trabajar de un empleado. Esto nos lleva a un tema que yo llamo "denles poder a ver qué hacen con eso", y que el resto del mundo conoce como coaching, del cual claramente no hablaremos por el momento. Tal vez me apresuré al decir que la organización tradicional no se encarga de responder esa duda, puesto que hoy más que nunca nos alejamos de las restricciones de tiempo y espacio para trabajar, teniendo en cuenta de que siempre habrá cargos que exijan ceñirse a eso; estando lejano también de lo que quiero decir. 

En pocas palabras, la organización debe velar ahora por qué tipo de talento espera tener. Creo que aún siendo una labor de reclutamiento, también lo debe ser desde la perspectiva gerencial. Una gran parte de los empleados (porque por ahora estamos hablando de empresas) deciden construir su propío estilo de trabajo, dentro de la libertad que se les ofrezca para esto, encaminando mejor el proyecto de vida de éstos. De este modo, todo jefe debe ser un guía preciso. No un profesor, no un papá, un guía. Permitiendo también que la oprganización logre comprender su papel como un espacio de paso. Ahora pregúntese ¿quiero que mis empleados entiendan mi empresa como un puente o como un destino? Ya eso lo veremos más adelante, lo prometo. 

Si usted es un sujeto: 

Jajajaja, me moría hace rato por llamarlos sujetos (chiste infantil, ajá), pero esta es la parte más emocionante de este post. Y es emocionante porque habla de un proceso que abrí hace días, y ha tomado un nivel de esfuerzo que jamás imaginé. En pocas palabras, haciendo corto el cuento, este pedazo, por el momento, será hablar de la duda millennial más compleja de nuestro universo laboral: ¿Independiente o empleado? 

Bueno, que esto sea una duda compleja puede hablar de lo extraños que resultamos los millennials al resto de generaciones de la historia de la humanidad, pero en general, implica mucho más de lo que parece. 

No les daré una lista de pros y contras, porque me parece labor de otro tipo de experto, pero sí les contaré algo de mi historia: creo que el día en que decidí tomar un nuevo rumbo como profesional, estaba enojado con una industria que venía decepcionándome hacía ya un buen tiempo (post complicado que escribiremos también), intentado primero descubrir para qué más soy bueno. 

Por cosas de la vida, terminé trabajando para una empresa de consultoría financiera. ¿Qué tal el choque? Complicado. Entender, desde una perspectiva cultural, esa vaina me tomó un par de meses. Al final supe que no, no era lo mío. Lo mío siempre sería esa industria que, aún decepcionado, seguía motivando los sueños infantiles que me traen siempre de regreso a este espacio. 

El trabajo de oficina también fue duro. Soy despistado en exceso, así no parezca (ya no hay guiño guiño), lo cual me complicaba un montón el cumplir labores en un espacio repetitivo. La estimulación externa era nula, lo cual hacía que perdiera el enfoque en cuanto mi cabeza se alejaba de lo que mis manos trataban de escribir. 

Rememorar la historia laboral, así sea simplemente lo que le gustaba hacer en la universidad, hace descubrir muchos factores sobre su estilo de aprendizaje que le permitirá aprovechar de manera más adecuada sus recursos y destacar como empleado. Ahora sí, encausamos ya la historia con la pregunta. No todas las carreras le van a permitir ser independiente. Y puede que no esté del todo capacitado para esto, eso debe evaluarlo antes de comprender qué hará con tanto (o tan poco) tiempo libre, y bueno, el momento de su vida también le hará comprender cuán preparado está para competir escudado netamente en su habilidad. 

Tal vez hoy quiera volver a esa industria, y retomar muchos de los valores que ese trabajo me otorgó, anhelando tal vez aprender de alguien que se lo haya tomado más en serio. 

Recuerde siempre que en muchas ocasiones, la vaina puede ser de actitud, pero ya luego hablaremos del entorno laboral, de desenvolverse en lo que hace, y de hasta qué punto toca soportar.

¿Sumercé ya se preguntó qué hará con su vida? Si ya lo hizo, ¿me cuenta? 

En Twitter les escribo carreta sobre lo que pasa en el día a día cuando hay mucho tiempo libre, y en Instagram reflexionamos con imágenes bacanas sobre para dónde va tanto análisis. 

¡Nos vemos las pantallas!