lunes, 6 de febrero de 2017

CRÓNICAS DEL DESEMPLEO. PARTE I

¿Han tenido alguna vez la oportunidad de sentarse a escribir un lunes soleado, aún bajo las cobijas? ¿Han sentido el poder de hacer lo que les gusta, sin ninguna pretención, en su propio tiempo? 

Bueno, creo que me precipité un poco. Con la emoción de vivir una nueva etapa de la vida, siento que inicié por donde no era. Primero que todo, los correspondientes saludos a la bandera, y foto cursi de Instagram celebrando el inicio del año. Y, ahora sí, hablemos de lo que se nos vino pierna arriba. 

Como creo que todos saben, enero no es el gran mes de la moda. Bueno, sí, hay semanas de la moda, Alta Costura y toda la cosa, pero la realidad de este país es otra: deudas de siempre, los útiles escolares y todos los remordimientos de las fiestas (plata, que es el que en últimas nos interesa), y por lo mismo, tampoco es que hubiera mucho por contar. Todo esto, sumado a un tema tabú, de ese que miramos en enero y nos arrepentimos en diciembre: los propósitos del año. 

No será otro de esos posts clichés donde hablamos una y otra vez de lo poco constantes que somos cuando se trata de cumplir metas, pero sí me parece un punto primordial de partida para nuestro HT de la temporada: #Crónicasdeldesempleo. Y ahora entenderán por qué eran importantes las primeras preguntas de esta crónica. 

Mi desempleo, el que me ha motivado a volver a escribir sobre muchas cosas que pensaba en el olvido, fue una de esas decisiones que nacieron motivadas de una esperanza, una mezcla entre la ilusión infantil y el empoderamiento millennial, que nos pone contra la pared, con una espada retadora que exige respondas a la pregunta; ¿qué diablos estás haciendo con tu vida? 

Más que tiempo libre, más que una cotidianidad sin horarios, pienso que la creatividad que surge de este tipo de choques frente a la realidad, resulta casi imposible de alcanzar en otro momento de la vida. Y qué mejor momento de (re)buscar una nueva meta que la misma necesidad. Retomando mis raíces ñoñas, las crónicas del desempleo buscan una sola cosa: comprender la vida fuera del contexto tradicional de las organizaciones. ¿Qué implica esto? Más que nuevos modelos de negocio y un sonsonete similar al de las redes de mercadeo, se convierte en un análisis preciso (y bastante subjetivo, ¿qué esperaban?, lo están leyendo de un blog) sobre la creación de diferentes entornos para las organizaciones tradicionales, que permitan la reinterpretación del talento humano, el aprovechamiento de los recursos, y la necesidad del mercado experiencial desde el empleo. 

¡Me siento como comunicador organizacional de nuevo! ¡Y no saben lo emocionante que me resulta! 

Volviendo a nuestro tema, la situación parte de una pregunta que la organización y el sujeto deben hacerse: ¿qué quiero hacer con mi vida? Difícil por naturaleza, la duda milenaria, el motivo de tantas exploraciones filosóficas, culturales y metafísicas del ser. Pero en su simpleza está la respuesta (ataques a mi frivolidad en tres, dos, uno...). Bueno, no sueñen con que yo les voy a responder semejante embrollo, pero sí les diré qué factores hay que tener en cuenta para responderla: 

Si usted es una organización: 

No les diré qué debe hacer una organización mientras esté viva, ni la carreta que eso significa (además de que ese trabajo vale, guiño guiño), porque realmente no hace parte de la experiencia actual que me lleva a escribir las Crónicas del desempleo. Pero sí diré qué debe esperar la organización de un empleado, y por qué hay que obligarlos (no tan así, pero sí) a preguntarse eso. Responder qué quiere hacer con su vida, le dará una noción más clara de un aspecto que la organización tradicional no se pregunta: ¿cómo trabaja mejor el empleado? 

Creo que en mi experiencia como lider de equipo (el trabajo que dejé, y ya aparece en mi curriculum, ejem ejem), descubrí lo fácil que puede ser interpretar el modo de trabajar de un empleado. Esto nos lleva a un tema que yo llamo "denles poder a ver qué hacen con eso", y que el resto del mundo conoce como coaching, del cual claramente no hablaremos por el momento. Tal vez me apresuré al decir que la organización tradicional no se encarga de responder esa duda, puesto que hoy más que nunca nos alejamos de las restricciones de tiempo y espacio para trabajar, teniendo en cuenta de que siempre habrá cargos que exijan ceñirse a eso; estando lejano también de lo que quiero decir. 

En pocas palabras, la organización debe velar ahora por qué tipo de talento espera tener. Creo que aún siendo una labor de reclutamiento, también lo debe ser desde la perspectiva gerencial. Una gran parte de los empleados (porque por ahora estamos hablando de empresas) deciden construir su propío estilo de trabajo, dentro de la libertad que se les ofrezca para esto, encaminando mejor el proyecto de vida de éstos. De este modo, todo jefe debe ser un guía preciso. No un profesor, no un papá, un guía. Permitiendo también que la oprganización logre comprender su papel como un espacio de paso. Ahora pregúntese ¿quiero que mis empleados entiendan mi empresa como un puente o como un destino? Ya eso lo veremos más adelante, lo prometo. 

Si usted es un sujeto: 

Jajajaja, me moría hace rato por llamarlos sujetos (chiste infantil, ajá), pero esta es la parte más emocionante de este post. Y es emocionante porque habla de un proceso que abrí hace días, y ha tomado un nivel de esfuerzo que jamás imaginé. En pocas palabras, haciendo corto el cuento, este pedazo, por el momento, será hablar de la duda millennial más compleja de nuestro universo laboral: ¿Independiente o empleado? 

Bueno, que esto sea una duda compleja puede hablar de lo extraños que resultamos los millennials al resto de generaciones de la historia de la humanidad, pero en general, implica mucho más de lo que parece. 

No les daré una lista de pros y contras, porque me parece labor de otro tipo de experto, pero sí les contaré algo de mi historia: creo que el día en que decidí tomar un nuevo rumbo como profesional, estaba enojado con una industria que venía decepcionándome hacía ya un buen tiempo (post complicado que escribiremos también), intentado primero descubrir para qué más soy bueno. 

Por cosas de la vida, terminé trabajando para una empresa de consultoría financiera. ¿Qué tal el choque? Complicado. Entender, desde una perspectiva cultural, esa vaina me tomó un par de meses. Al final supe que no, no era lo mío. Lo mío siempre sería esa industria que, aún decepcionado, seguía motivando los sueños infantiles que me traen siempre de regreso a este espacio. 

El trabajo de oficina también fue duro. Soy despistado en exceso, así no parezca (ya no hay guiño guiño), lo cual me complicaba un montón el cumplir labores en un espacio repetitivo. La estimulación externa era nula, lo cual hacía que perdiera el enfoque en cuanto mi cabeza se alejaba de lo que mis manos trataban de escribir. 

Rememorar la historia laboral, así sea simplemente lo que le gustaba hacer en la universidad, hace descubrir muchos factores sobre su estilo de aprendizaje que le permitirá aprovechar de manera más adecuada sus recursos y destacar como empleado. Ahora sí, encausamos ya la historia con la pregunta. No todas las carreras le van a permitir ser independiente. Y puede que no esté del todo capacitado para esto, eso debe evaluarlo antes de comprender qué hará con tanto (o tan poco) tiempo libre, y bueno, el momento de su vida también le hará comprender cuán preparado está para competir escudado netamente en su habilidad. 

Tal vez hoy quiera volver a esa industria, y retomar muchos de los valores que ese trabajo me otorgó, anhelando tal vez aprender de alguien que se lo haya tomado más en serio. 

Recuerde siempre que en muchas ocasiones, la vaina puede ser de actitud, pero ya luego hablaremos del entorno laboral, de desenvolverse en lo que hace, y de hasta qué punto toca soportar.

¿Sumercé ya se preguntó qué hará con su vida? Si ya lo hizo, ¿me cuenta? 

En Twitter les escribo carreta sobre lo que pasa en el día a día cuando hay mucho tiempo libre, y en Instagram reflexionamos con imágenes bacanas sobre para dónde va tanto análisis. 

¡Nos vemos las pantallas!

sábado, 31 de diciembre de 2016

CUANDO EL AÑO SE VA

Bueno, gente, ya se nos acabó el año (¡¡¡gracias al cielo!!!), y creo que qué mejor para finalizar este Tarantinesco año que un análisis de qué nos pasó este año, qué ganamos y qué perdimos, qué cosas nos caracterizaron, qué cosas vamos a recordar, qué cosas olvidaremos, y qué cosas le pediremos al año nuevo (toca pedirle a él porque el Niño Dios se hizo el loco). 

Le incumplimos a las víctimas, nos cambiaron los billetes, Orange is the new black en Estados Unidos, nos aprobaron la reforma tributaria, nos pusimos una capa linda, nos obsesionamos con Disclosure, Inferno sacó película, se nos murió Franca Sozanni, David Bowie, Juan Gabriel y muchos más; nos fuimos a vivir solos, nos enamoramos de Cali, salimos más, analizamos más, tuvimos otro Nobel (y a su mujer vestida con un Estéban Cortázar to die for), nos pusimos capas, parkas y bufandas; Olga Piedrahíta sacó la mejor colección de democratización de diseño colombiano, JUAN ahora tiene prendas para niñas, Moda Operandi se llenó de diseño colombiano, seguimos amando lo que ya amábamos, nos obsesionamos también (y así seguimos) con Damien Rice, tomamos mucho buen café, caminamos una y otra vez el centro, vivimos lejos, hicimos locuras, peleamos, hablamos duro (as usual), comprobamos cosas, buscamos un amuleto, quisimos más la vida, nos aferramos más, maduramos más y dormimos más. 

Este año la batallamos, tal vez como nunca antes, ¡hicimos editoriales! ¡conocimos mucha gente!, nos pusimos chokers, neckers, clutches, capas, parkas y un poco más de brillo. Recorrimos galerías, salimos de noche, se nos fue Bill Cunningham, fuimos al Bogotá Fashion Week, comimos rico, nos obsesionamos con la ilustración, nos ganamos algunos oros en Río, Chanel se presentó en Cuba, nos visitaron Gabbana y Lim, vimos Gossip Girl de nuevo, le echamos un ojo a RuPaul Drag's Race, usamos muchos tenis, compramos muchas medias de colores, comimos muchos dulces, nos cerraron Infashion :(, volvimos al norte, Dior fichó a Maria Grazia de Valentino, ¡CUMPLIMOS VEINTE AÑOS DEDICADO AL ARTE!, nos medimos toda la tienda de Julia de Rodríguez, hablamos de todo, de nada; nos volvimos fuertes, lloramos lo que había que llorar, nos miramos en el espejo una y otra vez intentando comprender hechos, palabras e ideas. Y muy allí, en el fondo de un año curiosamente extraño, demoledor e incendiario, encontramos la respuesta a muchas preguntas, y la solución misma a cómo reconstruir una vida hecha de sueños. 

Gracias a los míos, a Harold, a Rohilan, a Miguel, a Juan Pablo, a Isa, a Andresito, a Paola, a Hugo, a Andrew, a Andrea, a José, a Johan, a Mariana; a todas las amistades de la moda, a toda mi Poli People, a papá y a mama, a cada uno de los que contó conmigo, y cada uno de los que ofreció su apoyo. Pero sobre todo gracias, a quien siempre ha estado detrás de todo esto, ¡gracias por no permitirme desfallecer! 

Este fue un año de lucha, de reflexión, de liberación. Aún queda mucho que me gustaría decirles, mucho de lo que fue y de lo que será, pero siento que cumplí con decir lo que este espacio siempre ha querido decir: gracias por construir una nueva concepción de la moda colombiana a varias manos

¡El 2017 prometo ponerme juicioso en hablar más vainas serias, los espero!

En @camarfre hay siempre cosas por ver, chicos. ¡Los espero y les termino de contar!